jueves, 24 de noviembre de 2011

3.

Recuerdo con demasiada perfección mi primera visita al psicólogo, tenía nueve años y mamá estaba convencida que la muerte de mi abuela Eloisa me había causado un trauma emocional que no había podido superar, no sabía qué tan equivocada estaba, en realidad no es que no me produjese pena ni rabia que una de mis personas favoritas muriese, pero todo iba por el lado que justamente fue por la muerte de mi abu que supe que yo podía ver a la gente que había muerto, hasta antes de eso veía personas y nada extraño sucedía, nunca se había muerto alguien cercano para mi, no tenía ninguna referencia como para preguntarme a mis cortos siete años “¿Hey, qué haces tú aquí? ¿No deberías estar muerto?”. Debo darme crédito al menos que cuando descubrí aquello no le fui con el cuento a mis padres, me dio tanto miedo que para bien o para mal me quedé –irónicamente- como una tumba con mi nuevo descubrimiento. Recuerdo que mi abuela se me apareció un par de veces en Toronto y conversaba con ella, siempre bajito, siempre recordando que nadie podía saber que yo aún podía hablar con la abuela Elo… luego los meses fueron pasando y comencé a darme cuenta que los fantasmas deambulaban mucho más de lo que había creído, era sólo cuestión de observar con atención, los más fáciles de reconocer eran los que habían muerto hace muchos años, generalmente si ves en la mitad del centro de Toronto a una chica vestida a la usanza de los años veinte y fumando un cigarrillo largo y estás en plena mañana de Enero con un frío de menos cinco grados entonces es probable que se trate de un fantasma.

Como decía, recordaba demasiado bien mi primera visita a la Doctora Hannigan, noviembre del 2004, recuerdo que su consulta era grande, tenía toda una sección con juegos de ingenio de lo más geniales, libros entretenidos y un sillón que te sentabas y daban ganas de dormir una buena siesta. Recuerdo su piel ébano, su sonrisa blanca y su rostro amable y gentil, me agradaba ella, lástima que sabía que no podía ser sincera con la psicóloga, sabía que si le contaba algo se lo diría a mis padres, además sabía que nadie me creería, mi mejor amiga de la escuela no me había creído y me había empujado al piso cuando le conté mi secreto, ¿por qué la Doctora Hannigan me creería?

- ¿Qué tal estás, Arianne?

- Bien…

- ¿Has tenido una buena semana?

Mi mejor amiga ya no me habla, los chicos en mi escuela me evitan y veo a mi abuela que murió hace dos años…

- Sí…

- ¿Qué tal la escuela?

- Bien.

- ¿Sólo bien?

- Supongo…

- ¿Qué te gusta hacer en la escuela?

- Pintar…

- ¿Y que pintas?

- Casas….

- ¿Y qué más?

- A mi familia, a mis abuelos…

- Cuéntame de tus abuelos.

- Mi abuela Elo murió.

- ¿La extrañas?

- No.

- ¿No?

- Hablo con ella a veces…- dije eso sólo para probar a la doctora, vi su mirada de incredulidad y luego una sonrisa apareciendo en su rostro. ¿Tal vez ella me entendería?

- ¿Hablas con ella?

- Ahá…

- ¿Cómo?

Entonces fue el momento que decidí dejar la boca cerrada, mi abuela de pronto había aparecido en la consulta de la Doctora y ponía el dedo sobre sus labios como indicándome silencio y así lo hice. Luego mi abu me explicó que no era bueno que yo contase que podía hablar con ella ni ver a otros como ella, no saben cuanto agradezco aquello, si hubiese abierto la boca con la Doctora probablemente no estaría en Chicago, estaría en un sanatorio mental jugando a puzzles de cinco piezas.

- ¿A qué hora llegarán tus amigos?

- No se… supongo que pronto…

Mamá estaba toda revolucionada desde que le había dicho la noche anterior que dos compañeros de clase –nunca dije amigos- vendrían a casa a hacer un trabajo de Historia, su cara de emoción contenida fue épica, me contuve de abrazarla y decirle “ya, ya, má”, sólo porque de igual forma me dolía un poco mentirle a mi mamá, es decir, no es como si esperase ser amiga de Patrick y Leighton, simplemente los había invitado para que mis padres dejasen de preocuparse, y al parecer lo había hecho bien, desde la mañana que mis padres eran todo sonrisas, mamá incluso se había puesto a cocinar sus pizzas gourmet para comer mientras trabajábamos.

Sentí el timbre y corrí a abrir.

- ¡Whoa! ¿Podrías vivir en un edificio menos cool, Ari? Oh, wow, tienes una vista fantástica…

- Hola, Aria…- saludó Patrick mientras caminaba siguiendo a Leighton que ya se encontraba pegada mirando por la ventana, los seguí.

- ¡Tienes vista a todo Chicago! ¡Oh mira! Mi casa está por allá…- apuntó con el dedo hacia el sector sur de la ciudad…

- ¿Crees que podríamos juntarnos siempre en tu casa para trabajar? Está genial…

- Supongo…- me encogí de hombros.- ¿Pasamos a la sala?

- ¿Tienes sala?

Entramos los tres hacia la sala de estar que mi papá había adecuado perfectamente para que él pudiese trabajar en las noches más atareadas y yo pudiese hacer mis trabajos de la escuela, iluminada por un gran ventanal, dos sillones, un escritorio, televisión y librero con más libros de los que pudiera leer en toda mi vida.

- Wow… ¿Tienes libros de Dostoyevski? – preguntó Patrick, lo miré sorprendida, era la primera vez que lo veía realmente interesado por algo.- Y de las primeras ediciones… ¿cómo has conseguido algo así?

- Papá lo ha…

- Patrick es un come libros ¿te había dicho? – el aludido rodó los ojos y yo sólo sonreí, eran tan distintos ambos pero por alguna razón parecían llevarse y equilibrarse a la perfección.

- Si quieres puedo preguntarle a papá y te lo presto…- dije tratando de ser gentil. Patrick me miró fijamente unos segundos y entonces sonrió, sí, un chico me estaba sonriendo a mi, la desadaptada número 1, ¿eso era bueno o malo?

- Sería genial…

- Aria…

Oh genial, mamá no podía aguantarse unos minutos más antes de venir a ver a los invitados.

- Mamá, ellos son Patrick y Leighton, de la escuela…

- Hola señora Carpanetti.- saludó Leighton adelantándose- Tienen un apartamento genial… - mi madre sonrió y casi pude ver lágrimas en sus ojos. ¿En serio yo era tan fiasco en mis relaciones interpersonales que el traer a dos compañeros provocaba esto en mi madre?

- Un gusto…- saludó Patrick en su estilo más cortés y recatado.

- ¿Tienen hambre? He cocinado unas pizzas que…

- ¡Genial! Aria nos ha dicho que usted es chef… ¿quiere que le ayude en la cocina, señora Carpanetti? – preguntó a toda carrera Leighton.

Dejé que mamá fuese feliz y se fuera a la cocina con el parloteo de mi nueva compañera, mientras me quedaba sola con Patrick que seguía admirando la biblioteca de papá.

- ¿Tu padre es el nuevo editor en Jefe del Chicago Times, no?

Por poco y me atraganto con mi saliva.

- ¿Cómo…- me puse roja.

- Leo a menudo el Times, y bueno, la noticia que un extranjero llegaría a ocupar el preciado puesto fue noticia, aunque no lo creas… -asentí.- ¿Por qué no quieres que la gente lo sepa? – me encogí de hombros.

- Supongo que no me gusta llamar la atención por lo que hacen mis padres…

- Tarde o temprano la gente se enterará…

- Prefiero que sea tarde…- levanté el rostro y sonreía, repliqué el gesto de vuelta.

- ¿Una chica que teme ser popular? ¿De dónde has salido Carpanetti? – preguntó cruzándose de brazos.

Me reí justo en el instante en que mi madre y Leighton entraban en la sala de estar, vi a mi madre sonreírme con esa sonrisa enorme y plena y entonces supe que después de todo, hacer felices a mis padres no estaba siendo para nada difícil, al contrario, más grato de lo que creía.

Pasamos toda la tarde trabajando, en parte porque distraerse estando con alguien como Leighton era demasiado fácil, me costó, pero poco a poco comencé a llevarle el ritmo a sus conversaciones, además estaba Patrick que hacía que la atención de ella se dividiera y no me invadiera todo el tiempo a preguntas o comentarios. Entre las distracciones, las pizzas de mamá (que estaba en su día libre y por eso se encontraba en casa) y la búsqueda de material nos pasamos toda la tarde, eran casi las nueve de la noche cuando al fin decidimos que habíamos hecho demasiado (lo cual era parcialmente cierto).

- ¿Quieren que los vaya a dejar?

- ¿Estás loca? Yo vivo al otro extremo de la ciudad.- dijo Leighton.

- Yo vivo más cerca pero…

- Podrías dejarnos en el metro más cercano…- añadió ella.

- Vale, le diré a mamá.

Lo bueno de tener 16 y vivir en Estados Unidos es que puedes conducir al igual que en Canadá, había aprovechado de validar mi licencia mucho antes de llegar a Chicago para asegurarme de llegar y poder conducir sin problemas. Por supuesto mi madre no se negó a que llevase a los chicos hasta la estación más cercana, a unas cinco cuadras de aquí, supuse que aún le duraba su emoción por verme socializar.

Salimos en el Jeep de mi padre, ese que había prometido regalarme “pronto”, (supuse que eso variaría según cuánto durara en mi nueva escuela), y según las indicaciones de Leighton los dejé a ambos en la entrada de la estación.

- Nos la hemos pasado genial, gracias Aria…- al parecer a Leighton le había gustado más el apodo de Patrick que el que me había puesto ella antes.

- Nos vemos el lunes, Aria…

- Adiós…

Esperé a que bajasen las escaleras de la estación antes de ponerme en marcha, sin embargo no acababa de poner el primer cambio cuando distinguí a Ian apoyado en un poste, fumando un cigarrillo y mirando directamente hacia mi auto. ¿Me habría reconocido? Bueno, contando la excesiva iluminación de las calles de Chicago casi podía apostar que sí. Levanté la mano a modo de saludo y entonces le vi botar el cigarro al piso antes de comenzar a caminar hacia mi.

No, no es que no notase que era guapo, con su caminata segura y su andar desaliñado y vestir un poco extraño, pero vamos, era una chica y tenía ojos, tampoco podía decir que el chico era un adefesio cuando no lo era y por alguna extraña razón parecía querer hablar conmigo.

Abrí la ventana del copiloto y asomó su cabeza por ahí, apoyando sus brazos en la orilla.

- ¿Así que ya has hecho amigos, Aria? – preguntó con esa mueca torcida.

¿Se estaba burlando o lo preguntaba de verdad por querer saber? Sentí el aroma a humo de cigarrillo impregnarse en el auto.

- Estábamos haciendo un trabajo para Historia, como se hizo tarde me ofrecí a traerlos al metro.

- ¿Vives por aquí?

- Como a unas cinco cuadras…

- Ahá…

Nos miramos unos segundos y me sentí súbitamente nerviosa.

- ¿Y tú que hacías? – apunté levemente con mi cabeza hacia el poste donde se encontraba antes.

- Esperaba.- respondió como si esa fuese réplica suficiente.- ¿Crees que puedas tirarme unas cuadras más arriba?

- ¿Eh?

Pero él ya se estaba subiendo al auto.

Oh God, papá me mataría si supiera que subí a un chico prácticamente desconocido a su auto en la noche, bueno, no es como si fuese un desconocido total, iba en mi escuela pero…

- ¿Partimos?

Volteé y vi ese brillo extraño en sus ojos. Puse el primer cambio de manera tan brusca que el auto dio un pequeño trompicón antes de avanzar con normalidad, escuché algo muy parecido a una risa a mi derecha pero la traté de ignorar, apreté la quijada y con todo el orgullo que pude continué manejando con la mayor tranquilidad del mundo, incluso aunque sintiera la mirada fija de él en mi.

- ¿Vives por aquí también? – pregunté sólo por romper ese incómodo silencio.

- Vivía por acá, ya no…

- Ah.

- Pero conozco el sector…

- ¿Dónde quieres que te deje?

- Sunnyside Av con Beacon St.

- ¿Y eso es en...?

- Oh cierto, eres la nueva... yo te indico…

- ¿Y luego cómo vuelvo a casa? Si me pierdo…

- Aria… bajas una cuadra y llegas a Montrose Av. ¿en serio tu sentido de orientación podría ser tan malo como para no llegar?

Sentí que me insultaba “educadamente” y sólo por eso todo mi orgullo salió a flote y negué con la cabeza.

- Vale.

El resto del trayecto lo recorrimos en silencio, yo aún me sentía demasiado idiota y no podía entender por qué.

- Bien, aquí te bajas ¿no?

- ¿Me estás echando? – preguntó burlón. Arrugué el ceño.

- ¿Es que siempre eres así?

- ¿Así cómo?

- Olvídalo.

- ¿Así como, Aria?- entonces sentí como suavemente volteaba mi rostro para obligarme a verlo, enrojecí de pura vergüenza ante su gesto que duró apenas un roce mínimo. Nos miramos unos segundos.- Te sonrojas, ¿es por enfado o por algo más? – preguntó.

- ¿Y eso a ti qué te importa?

- Que ruda… - comentó mientras se desataba el cinturón y comenzaba a abrir la puerta.- Gracias por traerme acá… has sido un encanto, Arianne… Te veo el lunes… ah por cierto, sigue por esta calle una cuadra y llegas a Montrose, luego a la izquierda.

- Adiós…

Ni siquiera esperé a ver hacia donde se iba, simplemente puse primera, pisé el acelerador y salí de ahí. Sólo cuando acababa de apagar el motor ya estacionada en el estacionamiento de mi edificio me asaltó una duda tremenda.

¿Cómo demonios sabía él que debía tomar Montrose y virar a la izquierda para llegar a mi casa?

Miré hacia delante con la duda y entonces caí en cuenta de una segunda cosa y volví a bufar.

- Olvidaste el GPS, Aria, pero que chica más lista que eres… “¿Y luego cómo vuelvo a casa?” Si seré idiota…

4 comentarios:

  1. muuyyy interesanteee tu histOria de verdad que es atrapante me gusta el misterio y la forma en que planteas las situaciones continua así saludos att Paola Andrea a.

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  2. ahhh... se pone cada vez mejor y mas emocionante. la verdad es q me intriga mucho saber acerca de ese tal Ian, sera o no sera un fantasma? y si lo es cuando es q Aria se va a dar cuenta?

    ojala q pueda llegar a su casa sin perderse XD

    me encanto leerte y ansio por poder seguirla... hasta la proxima!

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  3. Muuui buena! Eres una escritora genial! Es algo extraña , pero me gusta I mucho ; No se como lo haces pero cada historia tuya me atrapa como ningun otra! I tengo la misma duda qe los otros :¿Es Ian un fantasma? I supongo qe no lo vas a decir , ¿verdad? Eso le quitaria el misterio! Esperare con ansias la actualizacion! Un beso Magda! Cuidate

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  4. OwO Esto va tomando cuerpo poco a poco. Arianne, aunque no lo desee tanto, va formando nuevos lazos con las personas que recientemente ha conocido, y eso dará un giro a su modo de vida esquivo, con el que había lidiado casi toda su vida.
    Y de nuevo Ian en acción...mmm este muchacho es intrigante de verdad, aunque no creas, he podido leer entre líneas las ínfimas y mimetizadas pistas que nos has dejado en este capítulo! n_n...Espero estar acertada en lo que estoy especulando, pero para averiguar eso seguiré leyendo amiga.
    Gracias totales por este capítulo, y me aventuraré a la lectura del siguiente capi!!!

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