¿Han vivido esos episodios donde en apenas un
segundo sienten que la emoción las embarga hasta el punto de ver borroso y
desear desaparecer? Bueno, algo así me pasó a mi al estar ahí parada viendo a
Ian en medio de mi apartamento. Nos miramos unos segundos en que ninguno dijo
palabra –en parte yo no me sentía apta para abrir la boca y decir algo
coherente-. Había desafío en su mirada y algo más… probablemente expectación.
Me había dado cuenta que siempre era difícil comprender las reacciones y
pensamientos de Ian, sin embargo comenzaba de a poco a intuir sus gestos.
Estaba claro que esperaba que yo hiciese el primer movimiento.
-
¿Qué haces acá? – dije luego de un
buen rato. Miré hacia el pasillo y no me quedó otra que acercarme hasta él, no
quería correr el riesgo que mamá escuchase algo de la conversación que tendría
con un fantasma en medio de mi living- ¡Esta es mi casa! – exclamé aún
reteniendo el tono de voz a niveles bajos.
-
Supuse que sí…
-
¿Cómo sabías que vivía acá? ¿Cómo
es que mamá pudo verte? ¿Eres de los que controla eso?
-
¿Es importante? – preguntó
cruzándose de brazos. Bufé y toqué mi frente, cerrando los ojos y tratando de
comprender.
-
Sé que estás muerto…- solté de
pronto.
-
Lo sé. Sé que sufriste una caída y
te desmayaste, espero que no haya sido por tu… nuevo descubrimiento…
¿Estaba burlándose de mi de nuevo? Lo miré y
apreté la quijada, en un intento de obligarme a pensar bien las cosas que diría
a continuación.
-
¿Cuál era tu objetivo en todo
esto, Ian? – pregunté prácticamente escupiendo cada palabra.- Tus apariciones
en mis almuerzos, la invitación a la playa… ¿Qué demonios pretendías?
-
¿Debía pretender algo?
-
Oh, veamos… no sé…- repliqué en
tono ácido- Se podría decir que mentiste sobre qué eres, también sobre tu nombre, porque al parecer te llamas
Benjamin… y mentiste sobre un montón de cosas más.
-
La verdad no… - replicó torciendo
una sonrisa que sólo logró exasperarme aún más.- Mi segundo nombre es Ian,
jamás usé el Benjamin… odio tener el nombre de mi padre, nunca me gustó que me
llamasen así.- explicó con naturalidad.- Y del resto, creo que estas
equivocada, no te he mentido en nada, sólo obvie un detalle…
-
¿Decirme que estabas muerto? ¿No es más que un detalle?
-
Bueno, no es mi culpa que tu
cabeza haya estado en otro lado como para no darte cuenta de eso…
-
¡Ja! Y tú no podías hacerme el favor de hacérmelo
notar, ¿no? – comenté ácidamente.
-
Bueno, no es como la mejor
presentación de todas “hola, soy un fantasma”.
¿Qué tenía este chico que siempre lograba
sacarme de mis casillas? Me alejé y
volví sobre mis pasos, acercándome más a él, apretando los puños de pura
frustración, ¿cómo pude ser tan estúpida?
-
¿Y qué demonios haces en mi casa?
¿Y… y cómo es que mi madre te vio? – pregunté de nuevo, prácticamente
arrastrando las palabras, pero quería respuestas y él tendría que dármelas.
-
Si quiero ella puede verme… como dijiste
antes, “lo tengo controlado”- nuevamente burla en su voz.
Oh, claro, el pequeño gran detalle, los
fantasmas más experimentados lograban controlar en qué “planos” moverse, si ser
vistos o no por los humanos comunes. Me senté sobre el sillón y sostuve mi
cabeza entre las manos, sentí el peso del cuerpo de Ian a mi costado derecho.
-
Quería saber si estabas bien… oí a
tus amigos decir que te habías dado un buen golpe en la cabeza…
¿Acababa de enterarme que él era un muerto que
había asesinado al asesino de su hermano y él se preocupaba por mi estado de
salud?
-
¿Por qué yo? – pregunté luego de
uno segundos de silencio. Continuaba mirando hacia el piso, me negaba a mirarlo
a él.
-
No fue premeditado si es lo que
quieres saber… simplemente yo estaba ahí, tú me viste cuando se suponía que
nadie podía verme, luego te hablé y respondiste y supe que tenías un talento
especial escondido…- respondió con naturalidad.
-
¿Y entonces qué? – añadí
reincorporándome en el sillón y mirándolo fijamente- ¿Decidiste que era una
buena candidata para ser tu nueva mejor amiga? – se encogió de hombros, parecía
absolutamente inmune a mis mejores intentos de comentarios ácidos y voz
irónica, lo que por cierto me exasperaba aún más.
-
Descubrí que me agradabas, eso es
todo…
Esas palabras, sumadas a la mirada potente y
fija en la que me vi atrapada en apenas un segundo hizo que todo mi interior se
revolucionara de manera vergonzosa y catastrófica. No podía ser que al mirar a
un fantasma -¡Un fantasma!- me sintiera como adolescente enamorada. Simple. No
podía enamorarme de un fantasma, sería el top de las cosas más estúpidas que
podría hacer en mi vida y terminaría desplazando del número uno a la vez en que
me tomaron detenida por invasión de propiedad al tratar de ayudar a un
fantasma.
Una cosa era ayudarles con sus problemas, otra
muy distinta era enamorarme de uno de ellos. De hecho desde siempre había
tenido muy claro que no debía fraternizar con ellos, con ninguno, Max era la
excepción a una regla que por años me había obligado a cumplir, hasta ahora…
claro que tenía a mi favor el hecho de no haberme enterado antes.
Casi podía escuchar la palabra “Estúpida”, amplificada unas cien veces
por una voz en mi mente. Nos miramos un instante más y supe que lo que tenía
que hacer era alejarlo. Ian debía desaparecer de mi vida si no quería crearme
más problemas de los que ya tenía.
-
Debes irte.- solté bruscamente
mientras me levantaba del sillón y hacía un ademán con las manos. Ian se
levantó al instante conmigo y se cruzó de brazos.
-
¿Es en serio? ¿Vas a echarme de tu
casa?
-
¿Y qué esperas? ¿Qué te invite a
tomar el té? ¡Mi madre está a dos habitaciones de aquí y yo estoy hablando con
un fantasma!
-
Ella no lo sabe.
-
Oh y eso es mucho más
tranquilizador.- ironicé.
-
Debería…- respondió muy tranquilo.
Chasqueé la lengua y cerré los ojos.
-
Ian, debes irte.
-
No quiero.- abrí los ojos y
enfoqué su rostro, me miraba serio, en ese gesto en que lamentablemente se
acentuaban sus facciones de manera estrepitosamente atractiva.
-
Si quieres que te ayude a pasar al
otro lado, puede ser otro día…- espeté empujando su brazo en una nada cortés
invitación a abandonar mi living.
Entonces pasó lo inesperado, él tomó mis manos
y me observó como si hubiese dicho algo especialmente interesante y ridículo.
-
¿Por qué ahora habría de querer
seguir al otro lado? – preguntó lanzando un bufido. Pestañeé un par de veces,
confundida.
-
¿No es lo que quieren todos los de
tu… condición?
-
No.- respondió seco.
-
Bien, ¿entonces qué?
Sentí que esa pregunta encerraba demasiadas
respuestas que no estaba muy segura de querer escuchar.
-
¿Entonces tú podrías hacer que un
fantasma pase al otro lado? – preguntó, saliéndose por la tangente y
acercándose a mi, mirándome con una
escéptica y genuina curiosidad en el rostro.
-
Pe… pensé que sabías…- tartamudeé
de puro nerviosismo al notar de pronto la extrema cercanía de ambos.
-
No, eres la primera persona que
logra verme en el plano en que se supone que nadie puede hacerlo, es lo único
que sé de ti… - dijo ladeando un poco la cabeza y analizándome con su extraño
color de ojos. Me sonrojé y él lo notó, porque inmediatamente esa ladina
sonrisa hizo aparición en su rostro.
-
¿Qué te pone nerviosa, Aria?
-
¿Todo? – sí, soné a pregunta lo
que hizo intensificar más y más mi sonrojo al sentirme además idiota frente a
un chico… un chico fantasma, por lo demás.
Le vi alzar la mano hacia mi, sentí que me
congelaba en mi sitio y no fui capaz de alejar mi vista de sus ojos, en una invisible
e irrompible conexión. Su tacto fue prácticamente inexistente, de hecho, no
pude constatar si efectivamente había o no tocado mi rostro.
-
¿Vas a dejar Creeks? – preguntó
bajando su mano y haciendo que al fin yo volviese a respirar con mayor tranquilidad.
Arrugué el ceño sin embargo ante sus palabras.
-
¿Por qué habría de dejar Creeks?
-
Bueno, acabas de enterarte que soy
un fantasma y que hay un…
-
Casi toda mi vida he tenido que
convivir con ellos… de hecho en este momento es probable que una mocosa de 7
años esté en mi habitación y cuya ficha de nacimiento data de 1910.- Ian me
miró súbitamente asombrado, sus cejas oscuras alzándose – es Max…. historia
larga, es algo así como que no he podido deshacerme de ella…- traté de
explicarme antes de sentir que el piso era un lugar de lo más interesante para
fijar la vista y desviarla de ese par de ojos celestes.
-
Entonces no tienes problemas en…
interactuar con…
-
No…- le corté antes que terminase
esa embarazosa y poco cuerda frase. Aunque con Ian al frente nunca me sentí
tan… “abierta” a interactuar con fantasmas como en ese momento. Algo estaba mal
conmigo y comenzaba a verlo con demasiada claridad.
-
Bien…- alcé el rostro y vi que
comenzaba a caminar hacia atrás- Ahora que sé que estás bien creo que es hora
de irme…
Lo miré y juro que me mordí la lengua para que
no saliera la lastimera frase de mi boca diciendo algo como “¿Tan pronto?”. Se
suponía que yo estaba furiosa, enfadadísima, se suponía que él no era el que
decidía irse por cuenta propia, en mi mente la idea era que yo lo echaría a
patadas, ¿por qué no estaba sucedido eso?
Comencé a caminar a la puerta conforme él también, por alguna razón era
perfectamente capaz de caminar sin mirar más que a mis ojos y evadir todos los
objetos en el decorado living de mamá. Nos detuvimos unos segundos mientras él
sostenía el picaporte de la puerta. Me permití observarlo, su sudadera con
capucha de color oscuro, abajo distinguía una polera negra, sus acostumbrados
bototos y su pinta de chico malo y descuidado que iba perfectamente a la par
con esa mirada cristalina que al mismo tiempo parecía esconder demasiados
secretos.
Aquí una
curiosa.
-
¿Irás a la escuela mañana? –
preguntó observándome.
-
Mamá quiere que me tome las cosas
con calma… probablemente vuelva el lunes a clases…
-
¿Qué harás mañana? – preguntó.
Nuevamente ese sonrojo estúpido que comenzaba a odiar. ¿por qué demonios me
sonrojaba por un fantasma?
Enfócate,
Aria. Dile una mentira, dile que dormirás. Dile que…
-
Nada.- Oh, sí, mi boca era una
increíble ayuda en esos momentos. Le vi ladear un costado de sus labios y me
encontré pensando que ese era mi nuevo gesto favorito.
-
¿Estarás sola?
-
Supongo…
-
¿Eso quiere decir que puedo venir
a verte?
-
Bueno, con que toques el timbre y
no te aparezcas sólo así por mi habitación todo bien.- comenté tratando de
alivianar el ambiente que de pronto me parecía demasiado espeso. El rió y vi lo
que a todas luces era una mirada ladina y en cierta forma soez. ¿Qué demonios
estaba pasando por la mente de Ian Weismann?
-
Si me lo pides puedo ser un
caballero.- replicó bajando un poco el rostro, acortando la distancia entre
ambos.- ¿Me lo pedirás?
A hombres –o fantasmas- como Ian Weismann
deberían darles un manual de Carreño o algún tipo de instructivo para no
acercarse a las chicas ni formular preguntas de esa índole como si estuviesen
hablando del clima. Asentí, me sentí incapaz de abrir la boca y sonorizar la
afirmación, lo cual hizo que me interior estallara de pura rabia. Sabía que ese
tipo de reacciones eran “normales” en una adolescente de 16 años como yo, pero
se suponía que eso debía provocarlo un chico de carne y hueso, no uno que murió
hace casi 10 años.
-
Bien…- volvió a repetir mientras
acercaba más su rostro.- Nos vemos, Arianne…- un beso en la mejilla antes de
abrir la puerta y desaparecer.
Me quedé estática mirando la pintura color
crema del hall antes de sentir unos pasos a mis espaldas, voltearme y ver a
mamá con su mejor sonrisa de “me he ganado la lotería”.
-
¿Se ha ido ya tu amigo? – entonces
lo supe, cierto, un chico había venido a visitarme por primera vez a casa, ¡un
chico! claro que mamá no sabía el pequeño gran detalle que el chico en cuestión
era un muerto que había visto morir a su hermano, su novia y había asesinado a
un drogadicto antes de matarse, seguro que si lo hubiese sabido no estaría
luciendo esa sonrisa ni tampoco abrazándome como una madre orgullosa.
-
Si…- repliqué mientras caminábamos
aún abrazadas por el apartamento.
-
Era guapo…- traté de no rodar los
ojos ante esa información evidente.- ¿Va en tu escuela?
-
Algo así…- respondí. Al ver la
ceja interrogante de mi madre negué con la cabeza.- Su hermano va Creeks, él
está en Standford.- mentí, pero se la pasa en nuestra escuela, así lo conocí…
-
¿No es el chico con el que fuiste
a la playa? Creí que habías dicho que iba a tu escuela…- replicó. Sentí mi
estómago retorcerse.
-
Mamá…- dije tratando de parecer
ofendida- me llamaste cuando estaba con un chico que me había invitado a salir,
creo haberte dicho un montón de cosas sin sentido…- Vi su rostro de madre
cómplice por pensar en su hija con un chico y por segundos me sentí culpable
por mentir tan bien, pero ¿qué podía hacer?
Sentí las manos de mi madre apretando
levemente en mi hombro y entonces me sentí más miserable aún, si Ian fuese un
chico de verdad todo podría haber sido realmente bueno, pero como estaba
comprobado en mi karma, tenía que suceder que el primer chico que lograba
voltear mi cabeza y revolver todo en ella era un sujeto que había nacido en
1985. Genial, simplemente genial.
-
Voy a preparar la cena… ¿quieres
algo en especial?
Sonreí. Porque aunque todo mi mundo era un
completo caos, mis padres no tenían por qué enterarse, si ellos estaban felices
entonces en cierta forma era suficiente para mi. Había vivido 8 años de mi vida
lidiando con problemas que habían llegado solos, en alguna parte de mi interior
me repetía que lo que estaba viviendo en Chicago tenía que ser controlable. Tenía que serlo.
-
¿Te acuerdas cuando hiciste tu
versión del quiche Lorraine antes de venirnos a Chicago? – pregunté mientras
ella asentía, sonriendo.
-
¡Por supuesto! Entre tu padre y tú
arrasaron con él…
-
¿Qué tal eso? – rió y deshizo el
abrazo entre ambas para ingresar a hacer lo suyo en la cocina.- ¿Quieres que te
ayude? – pregunté.
-
Oh, no, no, Aria… tú debes
descansar… yo te llamaré para que comamos, o puede que lleve todo a tu
habitación y comemos juntas… tu padre hoy llegará tarde.
-
Vale…
Me fui a mi habitación y vi a Max hojeando
tranquilamente una revista mientras balanceaba sus piernitas de niña de un lado
a otro.
-
¿Qué hay, Max? – alzó su rostro y
me observó unos segundos antes de hacer un gesto de lo más aristocrático y
gracioso para una niña de siete años. Max nunca había perdido sus modales de
chica de clase alta, lo cual era ciertamente un detalle.
-
He visto que te ha venido a ver… -
comentó observándome con sus potentes ojos almendrados. Supe que hablaba de
Ian, traté de aparentar normalidad.
-
Ah… ¿te refieres a Ian? Si…
-
¿Y por qué tu madre lo pudo ver? –
preguntó mientras arrugaba el ceño. Entonces la Maxime Delevigne salió a flote
en su máxima expresión. Me contuve de
sonreír o demostrar cualquier burla.
-
Porque algunos fantasmas pueden…
-
¿Y por qué yo no?
-
No lo sé, Max. Quizás te falta
práctica…- solté diciendo lo primero que se me vino a la mente mientras me
echaba en mi cama.
-
Si tu madre me viera, ¿me querría
como a una hija?
Y entonces la pena y el dolor vinieron en
oleadas imposibles de detener. Me senté sobre la cama y palmeé a mi lado
invitándola a sentarse junto a mi. Me miró con sus enormes ojos mientras yo le
arreglaba un poco sus bucles que la hacían ver tan linda.
-
Tú tienes una madre que ya te
quiere mucho, Max… - vi que hacía una mueca compungida- Ella está esperando por
ti, lo sé…- dije sintiéndome realmente anhelante respecto a que mis palabras
fuesen verdad.
-
¿Dónde?
Y como no tenía una respuesta para eso hice lo
único humanamente posible y lógico en ese momento: la abracé.
Esa fue la primera vez en todos esos años que
vi llorar a Max.
Los fantasmas también sentían dolor.
Noooooo, ahora si ya puedo morir y encontrarme con Ian jajajaja, estuvo excelente. Espero que las musas de esta maravillosa historia vuelvan sino, hacemos que vuelvan las desgraciadas jajajajaj. Ahora la pregunta es: Será que Aria se enamora del maravilloso, espectacular y divino Ian?? y el le corresponderá??? Como será esta "relación" tan curiosa??? Ni idea, pero lo que sigue, promete!!!!
ResponderEliminarkyaaaa!!! auxilio, malvadaaaa... lo sabia... lo sabia y lo amo... rayos! Kaiser... me vas a matar y te lo agradezco por subirlo, pero puchaaaa no queria que se terminara tan rapidooo no se ni que decirte... me encanto! lo ame! y te voy amar mucho mas cuando actualices de nuevo y la otra tambien... n.n eres magnifica escritora... algun dia imprimire y empastare tus historas y las voy a tener entre mis libros favoritos... para cuando tengo nietos los lean... jajajajajajajaj eres la mejor... una abrazote enorme
ResponderEliminarSi q bn, por fin luedo de tanta insertidumbre en saber q pasaba luego de esa visita, todo se ah esclarecido un poquito XD
ResponderEliminarCreo q las cosas se ele stan complicando a Aria, puede q no para mal, xo i xa hacerla pensar mucho.... lo q me intriga ahora, es q tan caballero estara Ian pensando en comportarse? XD
En fim. Me encanto sobremanera, y aunq se que el priximo capitulo no es ta tan a la vuelta de la esquina quedo con muchas ganas de leerlo prrrroonto XD
hasta la proxima!!! nos leemos x ahi XD
Dios, me había olvidado completamente del efecto que me producía esta historia.
ResponderEliminarMe encantó! No sé por qué a Arian no le gusta el hecho de enamorarse de un fantasma xD Si ese fantasma fuese Ian, no le pondría peros & me violaría (?) Bueno, no tan así pero creo que se entiende el punto. Igual se le va a hacer difícil esconder esos sentimientos de Ian, lo veo muy perceptivo :P
¿Soy la única que sintió a Ian un poco, em, "seductor"? xD vale, seductor no es la palabra pero ahorita no se me ocurre nada xD
No quería leerlo, porque sabía que me emocionaría, querría más & tendría que esperar para leer otro cap D:
Pero lo leí & quedé con ganas de más *w* como siempre me pasa con tus historias xD siempre quedo con ganas de más & más.
Bueno Magda hasta aquí llego! Espero que andes súper bien! Beso n.n cuídate mucho
No había leído este, como fue que lo perdí?? por Dios! que buen capitulo, y yo con la incertidumbre tanto tiempo de saber si Ian era fantasma o no al final xD
ResponderEliminarMuy buen capítulo, espero algún día logres poder continuar esta historia, se que ahora mismo estas con la cabeza en otro lado con el viaje y el estudio, así que yo estaré pacientemente esperando que puedas continuar esta historia hermosa!!!
Saludos Magda,
MiA